Madres tóxicas: Cuando la educación hace daño


Por: Dra. VANESSA SUÁREZ ZUMAETA – Psiquiatra

Hablamos de madres tóxicas, no obstante, cabe aclarar también que hay padres tóxicos y abuelos tóxicos. Las madres tóxicas son pilares en la educación de los niños que lejos de fomentar una madurez personal y una seguridad, anclan pesadas cadenas vetando por completo la independencia física y emocional de esa persona.

Ahora bien, cabe decir que el rol de la madre tiene -casi siempre- un peso más intenso en la educación de los niños. Es ella quien establece ese vínculo de cuidado y afecto tan estrecho con ese recién nacido, que día a día irá desprendiéndose de sus brazos para avanzar con seguridad por el mundo sabiéndose amado, teniendo siempre ese referente que le ha aportado un amor incondicional pero saludable, que le ayuda a madurar de modo inteligente.

¿Qué hay detrás de la personalidad de las madres tóxicas?

Puede que nos llame la atención, pero detrás del comportamiento de una madre tóxica está el amor. Ahora bien, todos sabemos que a la hora de hablar del amor existen dos caras de una misma moneda: está esa dimensión capaz de propiciar el crecimiento personal de la persona, ya sea a nivel de pareja o a nivel familiar, y -a su vez- está también ese lado más tóxico donde se ejerce un amor egoísta e interesado, a veces hasta asfixiante, que puede ser completamente destructivo.

Lo preocupante es que los familiares que despliegan toxicidad, lo hacen hacia criaturas que están en pleno proceso de maduración personal, ahí donde debe asentarse su personalidad, su autoestima. Todo ello irá esculpiendo en ellos grandes vacíos, grandes inseguridades, en ocasiones insalvables. Veamos ahora qué dimensiones psicológicas perfilan a las madres tóxicas:

  1. Personalidad insegura

En ocasiones, en una madre tóxica suele esconderse una clara falta de autoestima y autosuficiencia que les obliga a ver en sus hijos “esa tabla de salvación” a la cual modelar y controlar para tener siempre a su lado, para que cubran sus carencias.

El ver, por ejemplo, que sus hijos empiezan a ser autónomos, que ya no las necesitan tanto y que poco a poco son capaces de hacer su vida, supone para ellas una gran ansiedad puesto que temen ante todo quedarse solas. De ahí que sean capaces de desplegar “hábiles artimañas” para seguir teniéndoles cerca e incluso justificarles que debe ser así, y un modo de hacerlo es proyectando en los niños desde el inicio su misma falta de autoestima y su misma inseguridad.

  1. Obsesión por el control

La necesidad que tienen las madres tóxicas por tener controlado cada aspecto de sus vidas, hace que acaben haciendo lo mismo en la vida de sus hijos. No son capaces de ver los límites. Para ellas, control es sinónimo de seguridad, de algo inmanente que no cambia, y lo que no cambia es bueno porque les hace sentir bien.

Lo complicado de esta dimensión es que las madres tóxicas suelen ejercer el control pensando que con ello hacen el bien y que así demuestran amor por los demás. “Yo te hago la vida fácil controlando tus cosas para que seas feliz”, “Yo solo quiero lo mejor para ti, y por ello evito que puedas equivocarte”.

El control llevado a cabo desde la justificación del cariño es el peor acto de la sobreprotección. Impedimos, con ello, que los niños sean autónomos, capaces y valientes. Y aún más, que aprendan de sus errores.

  1. La proyección de los deseos incumplidos

Quiero que consigas lo que yo no tuve”, “No quiero que caigas en mis mismos errores”, “Quiero que llegues a ser aquello que yo no puede conseguir”.

En ocasiones las madres tóxicas proyectan en sus hijos los deseos incumplidos de su propio pasado, sin preguntar siquiera qué es lo que ellos desean, sin darles opción a elegir, pensando que con ello les demuestran un amor incondicional.

¿Cómo enfrentarnos a una madre o a cualquier familiar “tóxico”?

Sé consciente de que debes romper el ciclo de la toxicidad. Has vivido durante mucho tiempo dentro de él, sabes las heridas que te ha dejado; sin embargo, ahora ya comprendes que necesitas abrir tus alas para ser tú mismo, para ser feliz. Te va a costar, pero debes empezar a decir “No”; a poner en voz alta tus necesidades y a alzar tus propios muros, esos por los que nadie debe pasar.

Es tu madre o es tu familia; los quieres y sabes que romper ese ciclo de toxicidad puede causar algún daño. En ocasiones, decir la verdad de lo que uno siente hace daño a los demás, pero es una necesidad vital. Se trata solo de marcar límites y dejar claro lo que permites o lo que no. No deseas causar daño alguno, debes dejarlo claro, al igual que debe quedar constancia de que tampoco tú quieres ser herido (o herida) nunca más.

Reconoce la manipulación

A veces que es tan sutil que no nos damos cuenta: así que atiende cualquier palabra, cualquier comportamiento. Y sobre todo, no caigas en las redes de la “victimización”, puesto que es un recurso fácil al cual suelen recurrir las personas tóxicas y las madres tóxicas.

¡CUIDA TU SALUD MENTAL!